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"¿Te quieres callar?": la importancia de gozar de 2 horas de silencio al día

Ni la mejor canción del mundo iguala el poder de la quietud, que tiene beneficios en corazón y cerebro

A menos de un kilómetro de la Quinta Avenida de Nueva York, se encuentra la taberna Burp Castle, con un cartel que dice: “Prohibido gritar. Solo susurros”. El nivel de las conversaciones del local no supera los 39 decibelios (como un aire acondicionado aparatoso). En la otra punta del mundo, un experto en ceremonia del té de la Escuela Urasenke, en Kioto (Japón), se entrega al rito en total silencio: “Nadie habla, nadie domina”. Y en mitad del bosque finlandés, la periodista española Marta Caparrós, becada allí para escribir su segunda novela, se dispone a hacer algo inaudito en su vida anterior en Madrid: salir a pasear un rato sin enchufarse los auriculares.

El silencio puede parecer un capricho inalcanzable. En una sociedad de tertulianos de televisión gritones, donde se compite por llenar los hogares de pantallas, y la timidez se asocia injustamente a caracteres débiles y pusilánimes, bajar el volumen no está de moda. Y pagamos por ello una muy alta factura. “La contaminación acústica se vincula con sordera, problemas de sueño, enfermedades cardiovasculares y trastornos digestivos. También se sabe que los jóvenes que viven en un ambiente de ruido ven alterada su capacidad de memoria y aprendizaje”, avanza Pablo Irimia, neurólogo y vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

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