Obesidad sarcopénica

¿Qué es la obesidad sarcopénica?

Sarcopenia es el término técnico para referirse a una masa muscular escasa (del griego "pobreza de carne") y, normalmente, hace referencia a una pérdida de masa en los músculos esqueléticos grandes. Puede estar causada por diversas afecciones, desde trastornos raros heredados a una simple atrofia por un uso insuficiente de los músculos. Además de la pérdida de masa muscular, algunas definiciones de sarcopenia incorporan la pérdida de la función muscular. La obesidad sarcopénica (OS) describe la situación en la que coexisten obesidad y sarcopenia. En ausencia de un cuadro clínico específico, hay dos causas principales de la pérdida de músculo: estilo de vida inactivo y envejecimiento. Normalmente, estas condiciones también producen obesidad y, como ambas son habituales en el mundo moderno, la OS se está revelando rápidamente como un importante problema de salud.

¿Por qué es importante la obesidad sarcopénica?

Los músculos son beneficiosos para la salud por diversos motivos. Por ejemplo, unos músculos en forma ayudan a crear un ciclo saludable de estilos de vida activos, y unos músculos sanos contribuyen a que los ancianos tengan independencia y les protegen de caídas y fracturas que pueden resultar peligrosas para su vida. La obesidad sarcopénica es especialmente preocupante para la salud metabólica, donde crea un doble riesgo. La grasa y los músculos (y, generalmente, el tejido magro), tienen efectos opuestos sobre la sensibilidad de la glucosa y, por consiguiente, la relación entre ambas masas es un factor determinante de la salud metabólica, especialmente en cuanto a la resistencia a la insulina y el síndrome metabólico asociado. Los músculos usan glucosa, mientras que los ácidos grados derivados del tejido adiposo excedente inhiben la utilización de la glucosa, de ahí el doble riesgo. Hasta ahora, la atención se había centrado en los efectos sobre la salud de una masa de grasa grande sin tener en cuenta el valor compensatorio de una masa muscular grande, saludable y en forma.

Motivos de la pérdida de masa y función muscular

La atrofia muscular (desgaste) se produce como efecto secundario de numerosos cuadros clínicos que afectan a la ingesta de alimentos y producen caquexia y catabolismo tisular.

Algunos ejemplos de afecciones que desgastan los músculos son cáncer, SIDA, insuficiencia cardíaca, enfermedades pulmonares y renales, quemaduras graves y alcoholismo. El envejecimiento normal también produce una pérdida de masa muscular y fuerza (sarcopenia) causada por la combinación de un deterioro gradual en la capacidad de las células satélites para regenerar nuevas células musculares, y una reducción de las acciones de los factores de crecimiento que normalmente mantienen una masa muscular saludable. Entre los 50 y los 80 años, la masa muscular disminuye sustancialmente y la fuerza muscular se reduce a la mitad.

Esto se puede ralentizar con ejercicio y una buena dieta, pero no se puede evitar por completo.

Además, existen numerosos trastornos neurológicos que afectan a la función muscular y que, en última instancia, podrían provocar debilidad muscular (accidentes cerebrovasculares, enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple o miastenia grave, entre otros).

La importancia de mantener una masa muscular sana

La masa y la función muscular varían mucho dentro de cualquier grupo de población, aunque se excluyan los extremos del espectro representados por las enfermedades musculares a un lado y los atletas de élite al otro. En niños pequeños, una masa muscular sana y el desarrollo motor permiten la participación en juegos y deportes, lo que puede despertar pasión a largo plazo por la actividad física que tan importante es para mantener la salud metabólica en los entornos obesógenos actuales.

En la edad adulta, un aumento de la proporción de la masa grasa respecto a la masa muscular reduce la relación entre energía y peso de una persona, y le dificulta tareas cotidianas tales como subir escaleras. Esto crea una espiral en la que la reticencia a realizar ejercicio (por ejemplo, elegir las escaleras en lugar del ascensor) hace que siga aumentando la grasa corporal y se deteriore la salud metabólica.

Es esencial que los ancianos conserven una masa muscular sana para mantener la movilidad, realizar las tareas cotidianas y la calidad de vida. Es especialmente importante mantener un buen equilibrio para evitar las caídas y fracturas que son una causa importante de enfermedades y muerte entre los ancianos.

El doble riesgo metabólico

La grasa y los músculos (y, generalmente, el tejido magro), tienen efectos opuestos sobre la sensibilidad de la glucosa y, por consiguiente, la relación entre ambas masas es un factor determinante de la salud metabólica, especialmente en cuanto a la resistencia a la insulina y el síndrome metabólico asociado.

Demasiada grasa…

Un exceso de tejido adiposo predispone a las personas a la resistencia a la insulina, al síndrome metabólico y a la diabetes de tipo 2... y a tener demasiado poco músculo. Los músculos representan el mayor "órgano final" que utiliza glucosa y, por lo tanto, ayudan a mantener la sensibilidad a la glucosa. Por lo tanto, una masa muscular grande, sana y en forma ayuda a mantener la salud.

Obesidad sarcopénica en adultos

Tenga en cuenta que no hay una definición de obesidad sarcopénica en niños.

Cuando los adultos ganan peso, suelen hacerlo en una proporción de 75 % de grasa frente a un 25 % de tejido magro. Por lo tanto, se espera que las personas obesas tengan una masa corporal de tejido magro mayor que la de personas normales o delgadas. Este tejido magro adicional se necesita para transportar el peso adicional (músculo esquelético adicional y huesos más densos) y para atenderlo (corazón, hígado y aparato digestivo más grandes). Sin embargo, en algunas personas obesas, la masa muscular y la masa magra son indebidamente bajas.

La combinación de una masa grasa elevada y una masa muscular insuficiente se denomina obesidad sarcopénica. En la literatura están apareciendo ahora los umbrales que definen la obesidad sarcopénica y las tasas de prevalencia asociadas en las comunidades estudiadas.

Hay indicios claros de que las tasas moderadas y altas de actividad física están asociadas a un menor riesgo de OS, aunque la relación de la causalidad no se ha demostrado. Hay sólidos motivos teóricos que indican que la obesidad sarcopénica será un factor de predicción de una salud metabólica deficiente, y la evidencia que respalda esta afirmación está empezando a salir a la luz, aunque aún es necesaria una mayor investigación.

Hasta hace poco, las investigaciones se han visto obstaculizadas por las dificultades técnicas para evaluar la masa muscular, especialmente sobre el terreno y en muestras grandes. Estos obstáculos se han superado gracias a la tecnología BIA (impedancia bioeléctrica), y será posible precisar los estudios del fenotipo de la obesidad con relación a los datos de salud. Se necesitarán tecnologías como BIA, que puede discriminar entre tejido graso, magro y muscular, para explicar la relación precisa entre obesidad, envejecimiento y los principales datos de salud.

La pérdida de músculo se asocia a lentitud, debilidad y fragilidad general lo que, a su vez, conduce a una fatiga temprana y una actividad física que refuerza el ciclo de desgaste muscular.

Esta sarcopenia es un importante factor determinante de algunas de las enfermedades asociadas a la edad. La medicina geriátrica moderna reconoce el importante papel que juega la sarcopenia como causante de deterioro en la movilidad y la calidad de vida, así como de eventos graves que ponen en peligro la vida, como las fracturas de cadera.

Cuando la sarcopenia se combina con un exceso de grasa, el resultado es una obesidad sarcopénica con una prevalencia mayor entre los ancianos. Aún sigue siendo objeto de controversia si la obesidad sarcopénica es un factor de predicción de mortalidad en esta población; algunos estudios indican que sí y otros que no.

Sin embargo, en los ancianos está claramente asociada a un mayor nivel de discapacidad para realizar las funciones cotidianas.

Dada la importancia crítica que la sarcopenia tiene para la salud, es necesario fomentar la medición de la masa muscular en diversos entornos: estudios epidemiológicos (que no han prestado mucha atención al músculo), en las revisiones de la salud durante la edad adulta, y en programas terapéuticos destinados a mejorar la fuerza, movilidad y calidad de vida de los ancianos. La tecnología BIA es un método sencillo y económico para realizar esta supervisión, y se puede utilizar en numerosos entornos de asistencia sanitaria, desde centros de salud a hospitales.

El nuevo analizador de la composición corporal MC-980 PLUS de Tanita utiliza 8 electrodos y requiere que el paciente sujete dos asas mientras permanece de pie sobre el monitor. Esto permite realizar un análisis por segmentos de la composición de brazos, piernas y tronco, que a su vez ofrece los indicadores clave del estado de la masa muscular, el agua corporal y la grasa corporal del, paciente que se puede mostrar en una hoja de seguimiento.

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Más fuertes durante más tiempo

Qué necesita saber acerca del envejecimiento activo

En una sociedad envejecida, Tanita participa activamente en numerosos programas y proyectos de investigación para mejorar la salud de los ancianos. Las investigaciones demuestran que permanecer activos y mantener una composición corporal equilibrada aporta numerosos beneficios a la salud, entre otros:

Mayor energía y mejor calidad de vida

Menos estrés y riesgo de depresión

Mejor equilibrio y reducción del riesgo de caídas

Prevención o retraso de numerosas enfermedades y discapacidades

Socialización y establecimiento de relaciones

¿Qué cuenta como actividad física?

La actividad física es todo aquello que hace que el cuerpo se mueva y aumente la frecuencia cardíaca. Pueden ser actividades diversas como caminar, bailar o hacer deporte. Las investigaciones han demostrado que realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada (marcha rápida, nadar, montar en bicicleta, etc.) a la semana tendrá un impacto directo sobre la salud y el bienestar.

Una manera de lograr 150 minutos de actividad es realizar 30 minutos al día al menos cinco días a la semana. Además del objetivo de 150 minutos, se recomienda incorporar ejercicios específicos para fortalecer los músculos, como yoga o pesas, al menos 2 veces por semana.

Empezar

Estudios recientes muestran que nunca es demasiado tarde para empezar a hacer ejercicio y obtener beneficios a largo plazo para la salud. Si se parte de un estilo de vida sedentario, es recomendable probar con actividades con las que se disfrute o, simplemente, caminar a un ritmo cómodo para ir aumentando progresivamente la intensidad y la frecuencia. Establecer objetivos progresivos e implicar a otras personas ayudará a mantener altos los niveles de motivación.

Recuerde que reducir el tiempo que pasa sentado en el sofá mirando la televisión, en el coche o leyendo, y aumentar la actividad física y la fuerza muscular mejorará directamente la salud y reducirá el riesgo de caídas así como de otras enfermedades.